Descripción |
Ánfora de aceite tipo Dressel 20.
Hispania mantuvo una agricultura intensiva sostenida fundamentalmente en dos recursos alimenticios básicos: trigo y aceite. Roma potenció las fases de producción y distribución y organizó su comercialización a gran escala. El aceite, producido en la Bética y controlado por el emperador, se exportó a Roma y a toda Europa, Asia Menor y la India.
Los alfares de las riberas del Guadalquivir produjeron entre los siglos I y III millones de ánforas, con una capacidad de 25 litros, para la exportación del aceite bético. El volumen de este comercio fue tal que en Roma, junto al puerto fluvial, llegó a generarse un monte artificial, el Testaccio, con los restos de estas ánforas.
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