Descripción |
Lámina cromolitografiada, realizada sobre papel blanqueado y verjurado de alto gramaje, encuadernada en cartoné y cosida. Estampación centrada a una caja de 36,2 cms. de altura y 19,4 de anchura, dejando márgenes por sus cuatro lados, albergando en el superior e inferior los datos referentes a su contenido. Forma parte del artículo de Toribio del Campillo y Casamor: "Santo Domingo de Silos. Pintura en tabla procedente de la iglesia parroquial de su advocación en Daroca, y hoy colocada en el Museo Arqueológico Nacional", publicado en el tomo IV del Museo Español de Antigüedades (págs. 548-571). Se representa la tabla de Bartolomé Bermejo, actualmente en el Museo del Prado, en la que pinta a Santo Domingo de Silos con mitra abacial, en las manos un libro abierto y báculo y con una amplia capa en cuyo borde hay una faja con imágenes de santos. La figura se sienta en un rico sitial con pináculos y doseletes de estilo gótico. A ambos lados de la imagen, y formando parte de la decoración del sitial, hay tres hornacinas ocupadas por figuras de virtudes, y arriba un grupo compuesto por la Caridad y dos hombres arrodillados.
El Museo Español de Antigüedades fue una publicación periódica de carácter monumental, en la línea de las grandes publicaciones europeas del XIX, que entre los años 1872 y 1880, dirigió Juan de Dios de la Rada y Delgado y editó José Gil Dorregaray en las imprentas de T. Fortanet y R. Velasco. El objetivo de esta lujosa revista era dar a conocer las principales colecciones arqueológicas, artísticas y etnográficas en museos, instituciones, establecimientos religiosos y colecciones particulares de España, acercando un tipo de estudios antes reservados a los especialistas, a la intelectualidad de la burguesía a través de un formato más atractivo, en el que tuvieron un peso fundamental las ilustraciones. Tuvo una vida corta, pues estuvo asociada a la de su editor, terminando la publicación al tiempo de la vida de aquél, resultando once volúmenes en cada uno de los cuales se recoge un variado número de artículos escritos por reconocidos especialistas como Fidel Fita, Juan Vilanova y Piera, Francisco María Tubino, Manuel de Góngora, Florencio Janer y la mayoría del personal científico del Museo Arqueológico Nacional, entre otros José Amador de los Ríos, Fernando Fulgosio y Carasa, Manuel de Assas o el propio Rada y Delgado.
En la introducción del primer tomo, éste último se posiciona -y a la publicación- respecto a la valoración de la arqueología como la fuente histórica de mayor valor lo que explica que "el estudio de las antigüedades es por lo tanto de verdadera necesidad de un país, si ha de conocer su historia". En la introducción explica también el sistema que se seguirá en la revista y el cuadro científico, similar al del Museo Arqueológico Nacional, también elaborado por él.
Los artículos de esta obra, -que no fue oficialmente la revista del museo, pero sí se consideraba como tal de forma oficiosa-, estaban ilustrados en su inmensa mayoría con espléndidas láminas, siendo vital la importancia de esta gráfica pues en muchos casos era la primera, y a veces única, referencia visual de las piezas en un contexto de escaso panorama gráfico. Estas láminas se realizaron fundamentalmente mediante la técnica de la litografía (basada en la repulsión del agua con los materiales grasos, en este caso tintas) y la cromolitografía (asentada en la litografía pero utilizándose tantos dibujos como colores se quieren conseguir). Al pie de las ilustraciones se refleja quién las ha dibujado, litografiado, cromolitografiado o grabado (a veces la misma persona) y en qué imprenta se han ejecutado, principalmente, en las imprentas litográficas de José María Mateu y Litografía Donon, que fueron las más prestigiosas de Madrid a finales del XIX y gran parte del XX por su calidad e innovación. En cuanto a la nómina de dibujantes y litógrafos es muy amplia, destacando entre ellos Ricardo Velázquez Bosco, que ya colaboró con Juan de Dios de la Rada y Delgado en los tres volúmenes del "Viaje a Oriente de la fragata Arapiles", pintores como Francisco Aznar, Bernardo Blanco, Ramón Soldevila o Rufino Casado y litógrafos como José Mª Avrial, José Cebrián, Francisco Contreras, Teófilo Rufflé o Eusebio de Lettre.
En 1889 Gregorio Callejo y Caballero recogió el contenido de esta publicación en su "Índice general bibliográfico de la obra intitulada Museo Español de Antigüedades".
|