Clasificación Razonada |
Reproduce esta pieza una cabeza femenina de gran tamaño, hallada en Olimpia, en 1878, en el curso de una excavación arqueológica, y conservada en el Museo Arqueológico de Olimpia. Nuestra réplica muestra solo su mitad anterior, y remata con una parte trasera plana y perforada en su centro, que permite ver el interior.
En la superficie de la cara, se aprecian las huellas de los bordes de unión de las distintas partes del molde, que lograron obtener una vívida impresión de las texturas de la pieza, y así transmitir mucha de la carga emocional que atesora este rostro ovalado, de grandes ojos almendrados, muy abiertos, labios pronunciados y enigmática sonrisa.
El cabello -aún con restos de color amarillo rojizo cuando fue hallado- aparece peinado con una raya central y recogido tras las orejas de modo tal que parece empujar estas hacia adelante. Queda sujeto en la frente por una banda o diadema -conservaba restos de color rojo- que enmarca un arco de rizos salientes, planos, iguales y simétricamente dispuestos, recordando, en cierto modo, esquemas decorativos de la cerámica orientalizante. Se cubre con un gorro, llamado polos o, en Esparta, puleon, una especie de corona, de origen oriental, que en esta época solo portan las grandes divinidades femeninas
Como apuntan los investigadores, se trata de una de las primeras esculturas griegas monumentales en piedra - hasta entonces las estatuas, siempre de la divinidad, eran preferentemente de madera (xoana)- y ha sido vinculada un antiquísimo templo de Hera, levantado en el límite septentrional del recinto sagrado olímpico.
Desde muy pronto, se relacionó este hallazgo con una noticia de Pausanias (s. II d. C.) en la que describía sucintamente las estatuas de culto de dicho templo: Hera sentada en un trono y Zeus a su lado, en pie. Pero no hay unanimidad absoluta con respecto a esta identificación. Algunos investigadores quieren ver en ella la cabeza de una esfinge, que originalmente habría estado en el frontón del templo. Si bien, señalan otros, es difícil explicar cómo las columnas originales, de madera -Pausanias aún llegó a ver alguna-, podrían haber soportado semejante peso en el entablamento.
Independientemente de su identificación, lo cierto es que representa un momento fundacional de la estatuaria griega, en el eje entre los siglos VII y VI a. C. La frontalidad de la pieza, su hieratismo y cierto carácter estereotipado revelan el origen oriental, fundamentalmente egipcio, de esta expresión artística. Pero, a diferencia de lo que ocurrió en Egipto, donde las fórmulas plásticas quedaron fijadas de una vez para siempre, esta escultura muestra que el arte griego se halla en clara evolución: la forma de representar el cabello y la incierta sonrisa hablan de un pálpito distinto, mucho más próximo a lo humano y ya instalado en la línea de pensamiento inquisitivo que acabaría llevando a los helenos a crear, entre otras coasas, el legado artístico fundacional del arte occidental.
|
Bibliografía |
ALMAGRO GORBEA, María José. Catálogo del arte clásico. Madrid (m): 2000. p. 46. CAMPANO LORENZO, Alberto. Cabeza de Hera. En: MUSEO NACIONAL DE ESCULTURA. Museo Nacional de Escultura: colección. 2015. pp. 328-329. HAMPE, Roland; SIMON, Erika. The Birth of Greek Art. From the Mycenaen to the Archaic Period. 1981. Pag. 279/ Lam. 440. LULLIES, Reinhard; HIRMER, Max. La sculpture Grecque de ses debuts â la fin de l´Helenisme. Munich: 1956. p. 35. MUSEO NACIONAL DE REPRODUCCIONES ARTÍSTICAS. Catálogo del Museo de Reproducciones Artísticas. Primera Parte: Escultura Antigua. Madrid (m): 1912. pp. 62-63.
|