Clasificación Razonada |
Nuestra escultura reproduce, con todos sus desperfectos, la cabeza de la llamada "figura E" y casi toda la mano de la "figura D" del frontón oeste del Templo de Zeus en Olimpia. Es obra del formador H. Hoffman y fue enviada, en mayo de 1888, desde los Königlichen Museum, de Berlín.
La pieza refleja fielmente el deterioro del original, con la fractura diagonal que atraviesa el rostro de arriba abajo y sus rasgos erosionados en arcos ciliares, nariz, labios, etc. Muestra un peinado sencillo, con raya al centro, tensado en su parte trasera por una mano que tira del cabello, correspondiente, como dijimos, a la figura "D", un centauro del que apenas quedan restos (CE00715).
Elaborada en mármol de la isla de Paros, sería, según Younger y Rehak, obra de un taller isleño, que habría enviado al continente todo el conjunto en un único convoy, con las piezas a falta del último remate, a excepción de unas pocas, entre las que se encontraría ésta, cuyo pelo aparece completamente tallado en largos, ondulados y bien diferenciados mechones.
Como se ha señalado, la figura se situaba en el frontón oeste, donde se despliega agitada batalla entre lapitas y centauros, bajo la mirada de Apolo, que presidía la escena. Ocurrió durante la boda de Pirítoo e Hipodamía (hija de Butes; la Hipodamía del frontón este es hija de Enomao) o Deidamía. Los centauros habían sido invitados a la boda y, alterados por el alcohol, trataron de raptar a las mujeres de los lapitas. Mujeres y varones lapitas, encabezados por Pirítoo y Teseo, lucharon contra los centauros y les derrotaron.
Aunque el tema es conocido a través de Homero y de algunas representaciones pictóricas, es en este templo donde por vez primera lo vemos plasmado a escala monumental. ¿Con qué intención?
Se han propuesto varias lecturas, como una exaltación de la ciudad de Elea (o Elis) -la ganadora de la guerra contra su vecina Pisa, cuyo botín sufragó la erección del templo- que estaba relacionada con los lapitas tesalios. La interpretación tradicional y más extendida alude, no obstante, a la lucha y derrota de la "hibris", la irracionalidad impulsiva y bestial de los centauros -siempre representados como figuras gruñidoras y gesticulantes- frente a los calmados y determinados lapitas, en quienes se encarna el triunfo de la justicia, la "diké", sancionada por la divinidad. En un sentido más genérico, su victoria aludiría al triunfo de la civilización frente a la barbarie.
No obstante y recientemente Barringer ha planteado una interpretación nueva. Según ella, teniendo en cuenta la estrecha relación existente en la mentalidad griega entre lo deportivo y lo militar, la alusión a las competiciones olímpicas, a través de las poses de los combatientes, o mediante algunos rasgos específicos (p.ej., la "oreja en coliflor" de CER 00720), aún más, la propia elección del tema frente a otros más típicos, como la Gigantomaquia (la leyenda de la derrota de los gigantes a manos de los dioses), la escena del frontón habría tenido por fin la exaltación de la acción humana, de su "agon", su espíritu de superación y lucha, frente a la tradicional enaltecimiento del triunfo de la divinidad.
A esta interpretación general, figuras femeninas como la nuestra añadirían un matiz particular, pues, afirma Barringer, es en este frontón donde por vez primera aparecen las mujeres en la representación de esta leyenda, y además con un papel inusualmente importante, no muy repetido en otras representaciones. Esta relevancia otorgada a la mujeres, muchas de ellas con un pecho al descubierto, aludiría, según la autora, a una competición atlética femenina celebrada también en Olimpia, e instituida por Hipodamía. De este modo se reconoce a las mujeres un papel en cuanto a presencia y esfuerzo. En conjunto, el mensaje trataría de la exaltación del empeño humano en los campos deportivo como militar, relacionándolo con la edad núbil y el matrimonio, como horizonte de futuro y reactualización del rito matrimonial de Pelope e Hipodamía. En resumen, cuando los atletas miraban las esculturas del Templo de Zeus en Olimpia, tenían ante sí inspiración para su propio "agon" y los modelos de evolución hacia la edad adulta.
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Bibliografía |
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