Descripción |
DEFINICIÓN FOTOS PLOSSU
El archivo de Huesca de Plossu relata la experiencia del viaje. El fotógrafo es muy consciente de que el paisaje que trata de capturar nada tiene que ver con distancias y medidas, sino con la práctica de andar y mirar, con el modo en que los elementos se relacionan entre sí, con el observador y con la experiencia del lugar. Su paisaje es subjetivo, a veces casi invisible, consecuencia de la experiencia paisajera.
Las Sierras Exteriores representan el borde externo de los grandes mantos del cabalgamiento pirenaico, con cañones de norte a sur que compartimentan macizos calcáreos, relieves de formas cilíndricas, paredes verticales entre el modelado de los mallos y las depresiones erosivas. Estas sierras constituyen un paisaje único en Europa. Plossu se sitúa a observar en ese eje del mapa, la sierra central de la provincia: hacia el norte, tierras marcadas por las montañas de la cadena pirenaica, presente siempre como telón de fondo; hacia el sur, y desde las primeras elevaciones sobre la depresión del Ebro, se abre un excepcional mirador sobre la tierra llana.
Las repetidas visitas a lo largo de dos años a Huesca permiten entender este trabajo como un archivo de paisajes, como un cuaderno de lugares, pero, sobre todo, en el caso de Bernard Plossu, como una serie de sensaciones atrapadas desde una observación melancólica que busca lo esencial de las cosas.
Ir de lo grande a lo pequeño, según Plossu, es su principio para tomar sus fotografías; de ahí el pequeño formato elegido para este archivo, miniaturas de 7 x 11 centímetros e imágenes de 17 x 23, una mirada íntima sobre el paisaje que obliga al espectador a sentir que está en el objetivo de la cámara en el momento del disparo. Fidelidad al formato que da la identidad a su trabajo al renunciar a la ampliación como método de seducción. Es sabido que a raíz de su primer viaje a Níger en 1975 se pasa del color al blanco y negro, y así continúa hoy en día realizando sus trabajos, para los que utiliza solo un objetivo de 50 milímetros. Cámara y formato le alejan de la espectacularidad impuesta por el mercado.
La representación del paisaje en Plossu se construye con la repetición, a veces casi obsesiva, de un mismo motivo contemplado desde el mismo sitio. El objeto, en el caso de las sierras de Huesca, no es sublime, ni siquiera pintoresco; podría ser una masa calcárea que pasara desapercibida para otros ojos que miraran o la recurrente envidia del vuelo de un pájaro, de su punto de vista desde una posición privilegiada. El paisaje que fotografía es también el reflejo del hombre, las parcelas, los túneles, la huella del hombre en la tierra. Plossu descubre desde rocas arquetípicas hasta campos de cultivo. La actitud reside en la marcha, en su ritmo lento, aprendido de su padre, en la experiencia de su cuerpo desplazando los sentidos por el territorio oscense.
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