Descripción |
Sobre fondo de paisaje, se describe en primer plano el retrato de una mujer dibujando al pie de un frondoso árbol. La dama, representada de cuerpo entero, ligeramente ladeado, vuelve el rostro para mirar frontalmente al espectador. Viste traje de corte imperio con pañuelo de cuadros al cuello y luce cabello recogido y tocado con lujosa diadema. Con la mano enguantada sostiene una carpeta sobre la que parece dibujar con una pluma, mientras el otro guante descansa junto al bolso y una sombrilla en una roca a su lado.
La temática de la obra es excepcional. Durante el siglo XIX la mujer permanece excluída de la enseñanza artística, limitando su práctica al ámbito doméstico, pero no pintaba al aire libre como se refleja en este dibujo. La obra se enmarca en una fecha temprana, y si bien es cierto que a finales del siglo XVIII y principios del XIX se produce una mayor incorporación de mujeres aristocráticas a los círculos académicos, fueron pocas las que siguieron una formación artística y cuando ocurre desarrollan géneros menores como en este caso, el paisaje. Según avanza el siglo se cierra todavía más el circuito artístico a las mujeres, dejando su práctica artística a las "artes de adorno", consideradas adecuadas a la educación femenina.
Andrés Rosi se formó en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, alcanzando su mayor reconocimiento en 1814, fecha en que fue nombrado director de pintura de la Escuela de Bellas Artes de Sevilla. En los años siguientes desarrolló una amplia labor en dibujo y grabado, destacando sus estampas para la publicación "Sevilla Pintoresca", y sus colaboraciones con grabadores como José María Bonifaz, Y. P. Wagner, o Fidel Roca. En este dibujo tomado del natural, ya en Sevilla como reza la inscripción, Rosi hace gala de un estilo sobrio de composiciones equilibradas, acorde con el neoclasicismo imperante en la época.
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