Descripción |
El pitillo en la boca, el gesto y la pose en que Baylón recoge al modelo captado, lo dicen todo del personaje, adolescente chulo de ciudad de provincias, a lo Matt Dillon. Solo que nuestro Matt Dillon zamorano no viste chupa de cuero, sino que lleva el traje de cofrade, desfila en la procesión y se ha quitado el capirote para, en un momento de descanso, fumarse un cigarrillo. Ese gesto reconcentrado del chico, seguro de sí mismo en su juventud y belleza, son firma de Luis Baylón, maestro fotógrafo a la hora de captar al personaje en un segundo, psicólogo de la gente de la calle.
Luis Baylón publica su primera fotografía en el año 1984 en la revista La luna de Madrid, uno de los epicentros agitadores de lo que se dio en llamar la movida madrileña. Pero Baylón se mantuvo al margen de modas y corrientes, guardando su libertad e independencia fotográfica a lo largo de toda su carrera, despegado de cualquier compromiso. Siempre acompañado de su Rolleiflex y del instinto callejero que le guía para el retrato, se destapa en Baylón un olfato especial para captar en un clic a un personaje que no conoce de nada, y lo hace tan bien como si hubiera un estudio de mucho tiempo detrás, pero lo que existe es una intuición sobrenatural, casi de animal de presa. Quizás de ahí venga su cariño por gatos y perros, a los que retrata con la misma finura que a las personas. Baylón nunca hace posar a los modelos; al revés, su idea es saber lo menos posible del personaje, "fotografiar a los personajes tal y como son, tal y como se muestran, y no como me gustaría que fueran". "Aprovecharse de la ciudad sin que ninguno de sus moradores se entere es redondear la perfección del crimen perfecto", son palabras de Alex Webb que Quico Rivas retomó para Baylón y de las que aquí nos apropiamos de nuevo (Virginia Torrente. Catálogo CA2M. Volumen I. 2010).
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