Descripción |
Aerófono de soplo discontinuo utilizado en la Sierra de Cádiz y perteneciente a la familia de los genéricamente conocidos como «albogues», algunos de los cuales se han conservado en las tradiciones musicales de la Península Ibérica bajo distintas denominaciones y con alguna variedad morfológica.
La documentación sobre el uso de albogues en España se remonta a la Baja Edad Media e incluye representaciones pictóricas y escultóricas, además de testimonios literarios e historiográficos. Las pinturas más conocidas son las miniaturas del códice escurialense b.I.1 de las Cantigas de Alfonso X, donde pueden apreciarse distintas soluciones formales: dos tubos insertos en un soporte sin pabellón (n.º 220), un solo tubo con pabellón (n.º 300) y un solo tubo sin pabellón (n.os 310, 330, 340 y 390). Los ejemplos escultóricos suelen aparecer en monumentos religiosos, entre los que cabe citar la Iglesia de La Asunción (Ahedo de Butrón, Burgos, siglo XII), la Colegiata de Santa María la Real (Sasamón, Burgos, siglo XIII), la Catedral de la Asunción (Burgo de Osma, Soria, siglo XIII) y la Colegiata de Santa María la Mayor (Toro, Zamora, siglo XIII).
Las referencias escritas se reducen a breves menciones, por lo general enumeraciones de instrumentos. Así sucede, por ejemplo, en El libro de Alexandre, anónimo (h. 1230), donde, entre otros, se citan «albogues e salterio» (cuaderna 1545); la General Estoria de Alfonso X (entre 1270-1284) recoge «albogues e albogones» (GE, parte 1, I, 23); y en el Libro de Buen Amor de Juan Ruiz (siglo XIV) se menciona «el finchado albogón» (cuaderna 1233). La primera referencia algo extensa del instrumento es lexicográfica; se data en 1611 y figura en el Tesoro de la lengua castellana o española de Sebastián de Covarrubias (voz «alboge», fol. 32 v) aunque no contiene una descripción de su morfología, limitándose a proponer sus equivalentes en latín y griego, una etimología arábiga y una sucinta caracterización como «especie de flauta o dulzaina [.] de la cual usaban en España los moros, especialmente en sus cabras». Nótese que el término albogue procede del árabe al buq («el cuerno», «la trompeta»).
La gaita gastoreña consiste en una lengüeta inserta en un tubo sonoro tallado en madera (higuera, adelfa o nogal) ornamentado con motivos incisos y pirograbados, provisto de orificios digitables (tres anteriores y uno posterior) y rematado en su extremo inferior con un pabellón de asta. La lengüeta, no encapsulada, permanece a la vista.
En El Gastor, la gaita se ha tocado tradicionalmente durante las festividades de Navidad y Corpus Christi, aunque en los meses de invierno, a partir de noviembre, los pastores la utilizaban como divertimento, acompañando canciones o ejecutando melodías de corta extensión.
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