Descripción |
Gaita de fuelle de soplo directo. El tubo melódico es cónico, de exiguas dimensiones, y presenta siete orificios digitables y dos tonales. El bordón se divide en tres secciones. El depósito de aire es de cuero, cosido perimetralmente, y está revestido con una funda de pana granate. Todos los tubos están profusamente decorados con incrustaciones de estaño y anillados de asta.
"Biniou kozh" significa "gaita antigua" en bretón, y con esta expresión se hace referencia al hecho de que en la Bretaña francesa se tocan dos modelos de gaita: esta, anterior en el tiempo y prácticamente desaparecida en el siglo XX, y el "biniou nevez" ("gaita nueva"), que no es otra que la gaita escocesa adaptada al folklore bretón en los años treinta del siglo XX.
La peculiaridad más llamativa del "biniou kozh" es su exiguo tamaño, que hace que su registro sea muy agudo. Se toca en pareja con la bombarda según una técnica denominada "kan ha diskan", que quiere decir "llamada y respuesta": la gaita, que suena constantemente, propone una melodía y la bombarda, que suena intermitentemente, la responde. Esta técnica se emplea en las danzas en línea y circulares bretonas, denominadas "dro" o "an dro", cuya sencillez y repetitividad resultan muy familiares a los asturianos por la danza prima, que posee características muy similares. Por lo demás, el "biniou kozh" posee las mismas características y partes que las gaitas de origen medieval, y su segunda peculiaridad es la decoración realizada mediante incrustaciones de estaño fundido, que cubre todo el instrumento excepto el puntero.
No consta la época de fabricación de esta pieza, aunque su constructor ha sido recientemente identificado como Per Guillou (1933 - 1978), de Carhaix (Bretaña francesa). A pesar de que ingresó en el museo tal como se ha conservado, es evidente que el torneado de los tubos, excepto el del insuflador, no se corresponde con el de los asientos en los que se insertan, señal de que la pieza no es enteramente original. No obstante, posee gran interés documental.
En cuanto a su ingreso, tuvo que producirse entre 1970 y 1973, pues la pieza no aparece en el catálogo de 1970, pero el 15 de abril de 1973, el diario Voluntad publicó una entrevista con Rafael Meré que incluyía una fotografía en la que el instrumento ya aparecía integrado en la exposición, que en aquel momento contaba con ejemplares de diecisiete países.
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