Descripción |
Retrato de medio cuerpo de Isabel Kuntz Valentini. A través de este óleo podemos rescatar la imagen de "la madre de los Madrazo", pintada por su hijo hacia 1850, cuando contaba aproximadamente unos sesenta años. Federico la muestra en una sencilla y al mismo tiempo precisa composición que destaca por la sobriedad expresiva animada por el colorido azul del rico capote de encajes y lazadas laterales con babolet anudado en la barbilla, que debía lucir habitualmente, como puede observarse en los documentos fotográficos. Contrasta la factura y colorido del rostro y del tocado con la mano izquierda, simplemente abocetada y la capa negra con que se cubre el cuerpo.
Isabel nació en Roma el 19 de noviembre de 1788, hija del pintor Tadeo Kuntz y de Ana Valentini. El padre, natural de Silesia, se había instalado en Italia a mediados del siglo XVIII. En la Ciudad Eterna conoció a José de Madrazo que se encontraba allí desde 1803 y que fue nombrado pintor de Cámara de los exiliados reyes españoles, Carlos IV y María Luisa. Contrajeron matrimonio el 2 de septiembre de 1809 en Santa Susana ad Thermas. Padres de 11 hijos, nacieron en Roma: Augusta (1810-1813), Carlos (1812-1814), Carlota (1813-1890), Federico (1815-1894), Pedro (1816-1898) y Augusto (1818-1819); en Madrid: Fernando (1820-1880), Josefa (1823- 1888), Cecilia (1824-1853), Luis (1825-1897) y Juan (1829-1880).
José la retrató en su juventud y la hizo posar como modelo en representaciones de carácter religioso como, "Virgen con el Niño", 1816 (Madrazo-08) o como matrona romana en la "Alegoría de los cinco sentidos", c. 1820.
A través de los escritos familiares conocemos muchas anécdotas de esta mujer que ejerció de perfecta madre, abuela y anfitriona. Federico en sus "Recuerdos" alaba su carácter alegre y su conformidad con las adversidades vividas en Roma y en los primeros tiempos en Madrid: "Mamá, como salía poco, tardó en aprender el español, más, creo que nunca puso empeño en ello y como á papá que había vivido 16 años en Roma le gustaba en realidad mucho más ´La alma cittá´ que Madrid solía hablar con mamá y con todos nosotros siempre en italiano (...) Poco á poco no obstante se fue acostumbrando y por otra parte como nuestros vecinos eran tan buenos, la idea poco favorable que al principio se formó del carácter de los españoles fue modificándose pero nunca dejó mamá su acento italiano y para ser más exacto diré que nunca aprendió bien el español". Sabemos también que cantaba acompañada de la guitarra, habiendo actuado incluso en presencia de la reina María Luisa; que era una buena cocinera y que ejerció de matriarca, congregando en sus domicilios a su extensa familia, conocidos y amigos. "Ya he dicho que mamá era activa y dispuesta para todo lo bueno, era una verdadera providencia. Cuando papá convidaba á algunos amigos á comer o almorzar, y mamá quería lucirse, hacía unos platos italianos tan sabrosos y olorosos y unas cosas tan buenas que su sólo recuerdo parece como que aviva al apetito (...) A nosotros los tres hermanos nos entretenía mucho verla con las manos en la masa (...)" A través de las Agendas de Federico constatamos que las «habituales» reuniones en el hogar paterno aglutinaron a pintores, músicos, escritores, políticos y familiares en animadas tertulias musicales que Isabel continuó celebrando tras el fallecimiento de su marido.
El 13 de febrero de 1866 Federico escribió a su hijo Raimundo: "Ayer á las 11 de la mañana, o poco menos, dejó de existir tu pobre abuela, después de una continua enfermedad que no sé realmente si habrá sido un catarro pulmonar, o los humores, que como sabes, venía padeciendo en la pierna que le habrán atacado el cerebro. Esta mañana a las 12.30 la hemos llevado á enterrar todos los hermanos y algunos amigos. Hemos querido, aunque aquí no es costumbre, cumplir este último y triste deber por la pobre mamá por lo que era, y porque creemos, es lo que debe ser".
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