Descripción |
Busto en bronce de Benigno Vega-Inclán y Flaquer, II marqués de la Vega-Inclán, representado por Mariano Benlliure en edad madura y con solemne y sobrio aspecto. Luce bigote y barba, y va ataviado con gabán de amplio cuello bajo el que se advierten camisa, chaqueta o chaleco y corbata de lazo.
Mariano Benlliure (1862-1947) fue un artista polifacético que no sólo se dedicó a la pintura y fundamentalmente a la escultura, sino que realizó jarrones, bomboneras, lámparas, candelabros, marcos para fotografías o hebillas de cinturón (como el dedicado a María Guerrero). También han llegado hasta nosotros dibujos que revelan su carácter alegre y su ánimo festivo, y nos ofrecen una visión íntima y cercana de su propia realidad.
Por lo que respecta en particular a su obra escultórica, el retrato es un género muy recurrente en su producción. Muchos de los que realiza responden a encargos públicos y también retrató con frecuencia a sus familiares. Sin embargo, la gran clientela que mantuvo su taller fue la privada, en particular la sociedad madrileña acomodada y sobre todo la aristocrática, siendo especialmente productiva la década de 1930, a la que pertenece este busto de Benigno Vega-Inclán y Flaquer, fundido en 1931, justo el año de la muerte de María Belén López-Cepero y Aguado, la sevillana que fue compañera sentimental del Marqués durante cuatro décadas. Es probable que él mismo se lo encargase a Benlliure al conocer la galería de retratos de españoles ilustres que Archer Milton Huntington había encargado para la Hispanic Society of America a distintos artistas, principalmente a Joaquín Sorolla los pictóricos y a Mariano Benlliure los escultóricos. Precisamente, otro busto del Marqués como éste se conserva en la citada institución de Nueva York.
A Benigno Vega-Inclán se le recuerda especialmente por su aportación al desarrollo de la industria turística española, sobre todo desde que se pone al frente de la Comisaría Regia de Turismo, creada por Alfonso XIII a iniciativa suya. En el momento en que Benlliure le retrata, hacía pocos años que este organismo había llegado a su fin, concretamente en 1928. Desde ese momento, el Marqués volcó sus energías en nuevos proyectos relacionados con el patrimonio artístico y monumental, pero sobre todo en dirigir y gestionar las Fundaciones Vega-Inclán, surgidas para reunir a las tres instituciones que había creado y que hoy permanecen -la Casa y Museo del Greco, la Casa de Cervantes de Valladolid y el Museo Romántico-, y para las que fue realizada la peana que sustenta esta obra.
Como consta en el propio busto, fue fundido por Mir y Ferrero, el taller madrileño del sector más destacado del momento, junto al de Campins y Codina. El afamado escultor valenciano trabajó con los dos y, concretamente, fue hacia 1920 cuando comenzó a colaborar con los primeros, que se encargarían de fundir obras tan señeras y emblemáticas como el retrato ecuestre de Alfonso XII en el parque del Retiro o el mausoleo de Joselito erigido en el cementerio de San Fernando de Sevilla.
El Museo del Romanticismo conserva también el correspondiente vaciado de yeso de esta escultura (inv. CE1235), además de otras dos obras de Mariano Benlliure: el boceto del monumento a Antonio de Trueba (inv. CE2049) y una medalla conmemorativa del monumento al general Martínez Campos (inv. CE0414).
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