Descripción |
Momia de cocodrilo, animal simbólico del dios Sobek. Los ojos y la boca están marcados con lino y su cuerpo está vendado con tiras formando rombos siguiendo la tradicional momificación llevada a cabo por los romanos. La radiografía de la momia nos permite ver en el interior de los vendajes los restos de un pequeño cocodrilo nilótico; la cabeza, que solamente conserva parte del cráneo, está separada del cuerpo del que se han envuelto exclusivamente la columna vertebral con treinta y cuatro vértebras, faltando las extremidades, clavículas, omóplatos y la pelvis.
El hecho de que el cocodrilo no se conserve entero no debe extrañar. Los análisis radiológicos realizados en diferentes museos han demostrado que, en ocasiones, la momia solo conserva en su interior algún hueso del animal que representa; asimismo, varios ejemplares pueden estar vendados juntos en un mismo envoltorio o adoptar el aspecto externo de otro. Es difícil explicar este fenómeno ni comprender porqué una momia de animal podría contener otro del representado, pero lo que si parece evidente es que fue más importante la cantidad de vendajes que la calidad de la momia, ya que el envoltorio había recubierto un cuerpo o parte del mismo que no dejaba de ser un elemento esencial relacionado con la divinidad y por tanto susceptible de embalsamamiento. El pequeño tamaño de la mayor parte de las momias de cococdrilo parece indicar que, o bien la mortalidad era elevada, o bien que eran cazados para momificarlos jóvenes, pero no debemos olvidar que el cocodrilo del Nilo puede llegar a alcanzar los dos metros de longitud.
El dios Sobek, cuyo nombre significa "cocodrilo" tuvo múltiples facetas y estuvo vinculado al agua, su medio natural. Este animal vivía en zonas pantanosas y acuáticas que se identificaron con el Nun donde se inicó el Génesis, por lo que se convirtió en un dios creador y de la fertilidad; su identificación con Re, bajo la forma de Sobek-Re, le supuso ser valorado como una manifestación del dios creador que masacraba a los que intentaban oponerse a él en las aguas primordiales. Algunos textos religiosos le consideraron un ser malhechor, perturbador de las estrellas circunpolares, comedor de excrementos, manifestación de Seth, pero también le atribuyeron virtudes positivas como haber salvado a Horus al caer al agua.
El culto a Sobek está atestiguado a lo largo del todo el Nilo, desde Kom Ombo hasta el Delta, pasando por Guebelein y El Fayum. La ciudad santa del saurio fue siempre Chedit, la moderna Medinet el Fayum (Cocodrilópolis de los griegos). Aquí se convirtió en protector de la realeza lo que implicó que algunos soberanos incluyeran en su nomber el de Sobek o que se declararan amados de este dios.
Esta pieza forma parte de la colección Tomás Asensi, vendida al Estado por su viuda Dña. Rosario Laiglesia en 1876, quien la depositó en el Museo Arqueológico ese mismo año.
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