Descripción |
Copa de figuras rojas, con decoración interior a base de medallón central dentro de banda reservada. Dentro cuatro palmetas entrelazadas. En el exterior: dos escenas enmarcadas por palmetas entrelazadas que surgen a ambos lados de las asas.
En la cara principal, dos heteras desnudas recostadas sobre almohadones. La de la izquierda con el pelo recogido en un sakos toca el doble aulós. La de la derecha, coronada, tiene un escifo en la izquierda y ofrece una copa de pie alto con la derecha. Podríamos pensar que las dos heteras practican la música en el interior de su gineceo en este caso en un prostíbulo; o, mejor, que reposan en un andrón o sala de banquete, aguardando el inicio de la fiesta. El oficio principal de las heteras era el de entretener a los varones atenienses en el simposio masculino. Son siervas de Afrodita y es lícito por ello representarlas desnudas, como a su señora la diosa oriental del amor. Solían las heteras ser buenas flautistas. Era la flauta un instrumento de sonidos incisivos que se asociaba a la poesía más festiva y obscena, como la misma lírica convivial. Su práctica, es claro, resultaba impropio de mujeres honestas. La muchacha de la izquierda, con pelo recogido en un moño moteado, toca el aulós o doble flauta: un tubo más corto para los agudos, otro más largo para los graves y una boquilla desmontable que luego se guardaba en la funda separadamente. La tarea de nuestra hetera no es fácil: sus carrillos se hinchan por el esfuerzo y la compañera, recostada frente a ella, le extiende la copa y le invita a descansar: "Píne kaì sý", "bebe tu también", le dice mientras ella misma sostiene, por la base, un escifo o vaso hondo, lleno seguramente del vino del simposio. Sus palabras están escritas en rojo y, como brotan de sus labios, corren aquí de derecha a izquierda, al contrario precisamente de nuestro hábito de escritura.
En la opuesta, el héroe Teseo persiguiendo a un toro, representado como un adolescente desnudo, coronado con rama de mirto pintada en rojo, corre con esfuerzo tras el animal, piernas y brazos extendidos en el esquema característico en forma de aspa. Lleva enrollado en la mano derecha un lazo rojo con el que hará caer a la fiera y lo someterá. Según la tradición mítica, este toro monstruoso lanzaba fuego por las narices y asolaba la llanura de Maratón. Teseo lo capturó y lo encadenó, pues no debía dar muerte al animal, sino someterlo para ser ofrecido en sacrificio sobre la Acrópolis ateniense. Teseo es el rey mítico de Atenas, cazador iniciático, el liberador que somete al monstruo y lo ofrece en sacrificio, acción cuyos beneficios alcanzarán a todos los ciudadanos. La imagen de este vaso recoge de manera singular las tradiciones míticas locales en torno a la figura de Teseo y los ritos iniciáticos del efebo ateniense bajo la figura de su héroe modélico. Educado en la palestra, utiliza sus habilidades físicas, vigor y valentía, pero sobre todo su ingenio e inteligencia, para vencer a sus múltiples oponentes. También es un héroe civilizador, beneficioso para la ciudad, un invicto liberador de los caminos y, finalmente, del acceso al reino del laberinto, donde acecha la muerte, el lugar del que nunca se retorna. Caza y ejercicio atlético se proponen aquí unidos como referencia ejemplar para la educación de los jóvenes atenienses.
Sobre la figura del héroe y del animal, una inscripción pintada en rojo, "Damasippos kalós", "Damasipo es hermoso", canta la belleza del cuerpo desnudo del varón y la del efebo de moda, celebrado en el ambiente aristocrático del simposio, al que estuvo destinada esta copa. El adolescente ensalzado se identifica así con el héroe mítico, modelo de efebos.
|