Descripción |
Paisaje al óleo sobre cobre, donde aparece en primer término, hacia la izquierda, Cristo tentado por un diablo, episodio contado en el Evangelio de San Mateo. El acontecimiento ocurre, según las Sagradas Escrituras, en el desierto. No obstante, Cristo aparece en un frondoso paisaje, escenario que concuerda más bien con los ermitaños, que se retiran a los bosques para meditar. Sin embargo, entre los pintores de paisajes, como por ejemplo Jan Breughel, era a menudo costumbre situar el episodio evangélico en un bosque.
Como es frecuente en la pintura de paisajes, las obras podían formar parte de un conjunto de misma temática o tenían, al menos, un cuadro pareja, caso del cobre aquí comentado, que es el "pendant" de otro paisaje, inventariado por Juan Cabré con el número 01493. La medidas de ambos cobres y la temática concuerda, además, también con los cobres inventariados con los números 01793 y 01797, que representan pequeños personajes de episodios religiosos ante un paisaje muy similar a la pareja 01493 y 01503. El primer director de la Casa registra las cuatro pinturas como obra del pintor flamenco Paul Bril.
El conjunto representa un género que ganó en la pintura flamenca y holandesa, pero también italiana a partir de finales del siglo XVI un papel destacado en la cultura artística europea. Se trata del paisaje compuesto, evolucionado por maestros boloñeses, como a partir de 1600 por Aníbal Carracci y sus seguidores, pero también por pintores nórdicos, muchos de ellos residentes en Roma, como Paul Bril. Ese maestro flamenco pintó desde 1580 paisajes sobre cobre, realizados con colores vivos y ambientados a menudo con pequeñas escenas de género o detalles pintorescos. Su taller se convirtió, de hecho, en punto de referencia para los artistas nórdicos que se establecieron en Roma a partir de 1616 o 1617.
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