Descripción |
En la cara A, en el centro de la escena, una mujer sentada en un klismós pintado en blanco y situada sobre una tarima corta pintada en blanco y decorada con un friso de palmetas en pintura dorada. Es abrazada y besada por una figura masculina situada de pie, sobre una fila de puntos que indica las irregularidades del terreno, tras la silla. Ella viste chitón y se adorna con pulseras, collar y pendientes. Gira la cabeza hacia atrás para recibir el beso del varón. Él viste un manto que deja desnudo el brazo derecho. La pareja se sitúa bajo una ventana con los postigos entreabiertos, por la que se asoma una mujer embozada, cubierta con manto y un velo que le tapa también la boca. Debajo de la ventana, a un lado y a otro, se sientan dos erotes sobre una fila de puntos. Son figuras hermafroditas, casi infantiles, con las alas desplegadas hacia arriba, y el de la derecha extiende su brazo hacia la ventana. Delante de la pareja, a la derecha, una mujer vestida con chitón, recogido el cabello en la sphendone, adornada con collar, pulseras y pendientes, con el pie derecho apoyado en una fila de puntos, quema bolas de incienso en un alto y elaborado quemaperfumes pintado en blanco. Detrás, en el extremo izquierdo de la escena, otra mujer, vestida como la anterior, levanta en su mano un espejo, y a sus pies reposa una patera pintada en blanco.
En la cara B, en el centro una mujer sentada sobre una pila de rocas pintada en blanco. Viste chitón sin mangas, recoge el cabello en la sphendone, se adorna con collar y pulseras, y sostiene en su mano una patera agallonada pintada en blanco. Frente a ella, el dios Eros, representado como hermafrodita, con alto moño, le mira y ofrece un gran tímpano o pandero, mientras en la mano derecha sostiene una corona vegetal. Detrás de la mujer, una muchacha, vestida como ella, sostiene en su mano izquierda un cofre y en la derecha levanta un espejo pintado en blanco.
La escena erótica de la cara principal nos introduce en un ambiente ritual, sacro, como indica la presencia del quemaperfume y la acción de quemar perfume. El incienso estimula la unión sexual. Estamos ante unos novios cuya unión sexual se anticipa. El dios Eros, desdoblado, santifica y preside la escena. No sabemos si se trata de mortales o de dioses, quizás no tenga sentido esta dicotomía en un vaso funerario, pues tras la muerte el difunto, o la difunta, se unirán con el dios o la diosa para alcanzar la inmortalidad y la beatitud eterna de los bienaventurados. No sabemos tampoco el sentido de la mujer que, curiosa, se asoma a la ventana para espiar a los amantes, anticipando escenas costumbristas y anecdóticas más propias del helenismo tardío. Pero, la escena de la cara B puede indicar que se trata de una mujer mortal que se unirá en nupcias con el dios, pues en ella Eros parece recibirla, ofrecerle un instrumento característico del ámbito y ritual dionisíaco y presentarle la corona de boda, y la segunda mujer le ofrece o lleva elementos característicos del ajuar nupcial. La pareja de la escena principal, ¿se trata de Dioniso y Ariadna o, más ampliamente, de la imagen del amor beatífico, de la unión mística con el dios?
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