Historia del Objeto |
Buque insignia de la Armada española que llegó a ser uno de los más famosos y emblemáticos navíos de primera línea de su tiempo. Fue fiel reflejo de los adelantos en construcción naval militar de su época. Construido por Buye Autrán en 1732 en los Astilleros de Guarnizo, según los modelos de Gaztañeta. Tenía 1.900 toneladas de arqueo y 3.700 de desplazamiento. Su eslora era de 54 metros y manga de 16 metros.
Fue el primer buque de línea de tres puentes construido por España y el tercer buque de la Armada en llevar ese nombre. Tenía treinta y dos cañones de bronce de 31 libras en la cubierta inferior, treinta y dos de 24 libras en la intermedia y treinta cañones de 12 pulgadas en la cubierta superior. Otros veintidós cañones de 8 pulgadas estaban situados en el castillo de popa y proa.
La potencia de fuego y la robustez de la construcción se demostraron durante el Combate de Cabo Sicié 1744 en la Batalla de Tolón en el que resistió los ataques de cuatro buques ingleses, por dos veces, haciéndoles retirarse con graves averías.
El Real Felipe fue desguazado en Cartagena en 1750.
bautizado con este nombre en honor del rey Felipe V, se considera el primer navío español de tres puentes. Fue construido en Guarnizo en 1732, a partir de planos atribuidos a Ciprián Autrán, aunque el sistema y las proporciones eran de Antonio de Gaztañeta. Al parecer, desplazaba 1965 toneladas y su artillería totalizaba 114 cañones, con el siguiente reparto teórico; 30 de a 36 libras, 32 de a 24, 30 de a 12 y 22 de a 8, aunque en realidad nunca montó cañones superiores a 24 libras.
nada más entrar en servicio se dirigió a Barcelona, desde donde, en consera de los navíos Santa Teresa y Galicia, siguió a Nápoles escoltando un convoy con tropas españolas de artillería e infantería que pasaron a Italia para sostener a nuestro futuro rey Carlos III en el trono de Dos Sicilias durante los comienzos de sus reinado (1733-1734).
Destinado al Departamento de Cádiz, se convirtió en insignia del jefe de escuadra D. juan José Navarro. Declarada la guerra entre España y gran Bretaña el 23 de octubre de 1739, el gobierno español dispuso la reunión de las escuadras de El Ferrol y Cádiz, con objero de que pasasen al Mediterráneo y así apoyar las pretensiones de recuperar los antiguos dominios en Italia y formar un trono para el infante Don Felipe.
Como Ferrol se encontraba bloqueado por la escuadra británica de Norris, Navarro salió de Cádiz el día 6 de mayo de 1741 y regresó el 12 de junio siguiente, una vez verificada la unión de las escuadras. En esta comisión no participó el Real que se encontraba en periodo de alistamiento. Navarro embarcó en este navío el 5 de noviembre de 1741 y diez días después salió a la mar desde Cádiz con una escuadra heterogénea formada por seis navíos y nueve mercantes de la Carrera de Indias armados en guerra, para dirigirse a Barcelona y proteger el tránsito de un convoy con tropas de refuerzo al ejército español en Italia.
Burlado el bloque inglés, atravesó el Estrecho con mucho retraso ante la persistencia de los vientos de levante. Cuando se encontraba amenazada la escuadra española por la inglesa del almirante Haddock a la altura de Cartagena, el día 20 de diciembre salió oportunamente de este puerto la francesa de 13 navíos que, al mando del general Mr. Court de Bruyére, tenía orden de proteger a la de Navarro, aunque, paradójicamente, Francia no estaba en guerra con Inglaterra.
Unidas ambas fuerzas, la escuadra combinada continuó su travesía hacia Barcelona seguida a distancia por Haddock. La noche del día 22 de diciembre, cuando habían remontado la isala de Ibiza, saltó un temporal del norte que les obligó a arribar hacia la costa peninsular buscando el resguardo del Cabo de San Antonio.
El día siguiente desarboló la fragata Fama por el mismo motivo y toda la escuadra tuvo que arribar para protger a los buques averiados, pues se aproximaba la inglesa de Haddock. Sin otros incidentes, llegaron a Barcelona el 4 de nero de 1742.
Embarcadas las tropas, el día 14 siguiente salió Navarro con un convoy de 52 buques, dirigiéndose a Toscana. Pero el día 19 un temporal desatado, muy propio de la época del año y del golfo de León, dispersó el convoy, produjo vías de agua en el Real Felipe dificilmente controlables y, finalmente, le obligó a arribar a las islas Hyeres.
Reunido el consejo de oficiales en el que se expresaron serias dudas sobre las condiciones del Real Felipe, prevalecío la opinión de Navarro y la escuadra abandonó las Hyeres el día 27 de enero. Cambió el puerto de desembarco de la tropa por el de Génova y, una vez cumplimentada su misión emprendió el represo el día 13 de febrero.
Dispersada la escuadra el nuevo el día 4 por otro temporal a la altura de las costas de Provenza, tuvo que dirigirse al fondeadero de Hyeres con varios navíos desarbolados y con pérdia de gente. Ante el mal cariz de la situación, Navarro no tuvo más solución que seguir el consejo del general De Court y dirigirse a la rada de Tol´çon, en cuyo puerto dieron fondo ambas escuadras el día 24 de febrero de 1742.
Esta campaña, en lo que respecta al Real Felipe, había puesto en evidencia que el navío no contaba con la confianza de su comandante y oficiales, que su alistamiento en Cádiz había dejado mucho que desear, que con vientos bonancibles era el buque más velero de la escuadra, y, por último, que con temporal sufría obra viva tal quebranto que hacía agua por sus costuras en cantidad superior a lo normal. Todo ello prueba que el sistema de construcción de Gaztañeta producía navíos de buen diseño, pero fabricados con técnicas rudimentarias que reducían su vida activa y su capacidad de aguante a los malos tiempos.
La escuadra combinada permaneció cerca de dos años en el puerto de Tolón, bloqueada por la del almirante Thomas Mathews, que había sucedido a Haddock en el mando de la flota británica en el Mediterráneo. Ese tiempo fue empleado por Navarro en adiestrar a las dotaciones y procurar alistar los navíos, aún a pesar de los escasos recursos que llegaban desde España.
Decidida la salida a la mar para romper el bloqueo y atacar a la escuadra inglesa, la hispano-francesa abandonó su fondeadero el día 19 de febrero de 1744, al mismo tiempo que lo hacía el enemigo desde su estación de Hyeres. En la amacenida del día 22 se encontraban ambas escuadras navegando hacía el sur con viento bonacible del NE en dos largas líneas de fila; la inglesa de 32 navíos a barlovento y la aliada de 17 franceses y 12 españoles a sotavento, ligeramente avanzada sobre sus oponentes.
A mediodía, los nueve navíos que componían el centro británico con el Namur, insignia, a la cabeza, arribaron simultáneamente sobre los cinco españoles más avanzados de la retaguardia aliada (compuesta únicamente por españoles), con objeto de separarlos de la vanguardia francesa.
El vivísimo fuego que hacían los cinco navíos produjeron desde el principio grandes averías en el Real Felipe, quedando enteramente desmantelado durante la acción, sin vela alguna, cabullería, ni vergas mayores, herido mortalmente su comandante Geraldino, herido también Navarro y con muchas bajas en la dotación. Sin embargo, apoyado por el Hércules, causó tanto o más daño al enemigo; el Marlborough, que era el matalote de popa de Mathews, quedó desarbolado de los palos de mayor y mesana, perdió la vida su comandante George Cornwall con 53 oficiales y dotación y tuvo 90 heridos; el Namur, insignia de Mathews, quedó sin el mastelero de juanete mayor y rendido el bauprés, muerto su comandante John Russel y 12 hombres, también con muchos heridos.
Vista la resistencia del Real Felipe y de los navíos españoles que lo apoyaban, ordenó Mathews a los suyos separarse de la línea de fuego a las cuatro y media de la tarde, con objeto de dar un respiro a las dotaciones y reparar provisionalmente los descalabros sufridos. Esta circunstancia fue aprovechada por los ingleses para que una fragata tomase a remolque el navío Marlborough y lo condujese a Mahón completamente deshecho.
El navío Brillante llegó a tiempo de batir el brulote con cincuenta cañonazos, y de situarse por la popa del Real, defendiéndole del grupo de enemigos que no atreviéndose a presentarle el costado, ni pudiéndose él gobernar, trataban de atacarle o abordarle por esta parte indefensa. En circunstancias tan apuradas como las de tener muy inmediato al brulote todo ardiendo, echó su falúa al agua el Real Felipe de orden del ya herido por segunda vez y retirado general, detándola con oficiales y gente de extraordinario valor. Los cuales con el mayor denuedo abordaron y atravesaron el brulote, despreciando su fuego y el de los tres navíos que lo conservaban.
En esta disposición ya pudo el Real Felipe dispararle algunos cañonazos por las porte de popa, y logró el último tiro últil que le quedaba echar a poque el brulote, pereciendo en él su oficialidad y tripulación, al timepo que incendiados ya todos sus fuegos distaba como medio tiro de pistola del navío, donde metió algunos artificios, que tuvo la fortuna de apagar. Continuó el combate por espacio de una hora entre los navíos españoles Alcón, San Fernando, Brillante, Santa Isabel y Soberbio que apoyaban al Real por una parte, y por otra, los siete navíos inbleses del centro de Mathews, empeñados en acabar con la insignia de Navarro.
Vista la inutilidad de sus esfuerzos a causa del vivo fuego español y al observar que la escuadra de vanguardia francesa de De Court se aproximaba a buen orden, el almirante inglés hizo la señal de retirada a las seis y media, y, aprovechando el crepúsculo, abandonó el lugar de combate. A causa del estado lamentable- que socorrió al insignia de Navarro con 80 hombers de maestranza y marinería- y de los restantes navíos españoles, arrumbaron hacia Rosas, punto de reunión prefijado, navegando siempre a la vista del enemigo, que en ocasiones se acercó, pero son llegar a incomodar a los aliados.
A las 11 de la noche del día 24 falleció el capitán de navío D. Nicolás Geraldino, comandante de Real Felipe, a consecuencia de las heridas recibidas en la frente durante el combate. Su comportamiento fue alabado por Navarrro en el parte de campaña, pues aún herido de muerte no permitió fuese retirado del alcázar.
El día 25 de febrero, cuando se encontraba la escuadra española a unas 35 millas de Barcelona, el fuerte viento del NE obligó a Navarro a dirigirse a Cartagena, donde fondearon el 9 de marzo de 1744, no sin antes haver apresado una fragata mercante inglesa durante la travesía. El Real Felipe salió de Tolón con 110 cañones montados- tenía portas para 114 - y una dotación de 1250 hombres. Resultó acribillado de balazos su costado y arboladura, inutilizando su velamen, cortadas sus jarcias y cabos de labor y desmantelado enteramente. En el combate murieron su comandante, como queda dicho, 2 oficiales y 45 hombres de la dotación, fueron heridos, el general Juan José Navarro, 5 oficiales y 233 individuos de los que 79 lo fueron gravemente, la mayoría, con pérdidas de extremidades, murieron posteriormente. Aunque el Estado de la Armada Real de España en el año 1746 lo considera pronto a hacer una campaña, lo cierto es que, según Vargas Ponce, el Real Felipe no fue posible habilitarlo, ni quedó en estado de volver a la mar. Al parecer, en opinión de Vigodet, fue desguazado en Cartagena en 1750. [El modelo fué encargado al Museo Naval de Madrid, entregándose en 1948 al Museo Naval del Real Astillero de Guarnizo, pasando a formar parte posteriormente de la colección del Museo Marítimo del Cantábrico por donación del Ministerio de la Marina.
Formó parte de la exposición temporal Blas de Lezo .El valor de mediohombre ( 17/03/2015 a 17/04/2015)
Formó parte de la exposición temporal de pintura Santander y la Real Armada Carlos Parrilla Penagos (30/06/20015 a 10/08/2015)]
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