Descripción |
"Sísífo", de Antoni Abad, consiste en una vídeoproyección con espejo, en la que vemos a un hombre desnudo -de acuerdo con un canon clásico de belleza- que tira sin descanso de una cuerda y se enfrenta con su propio reflejo en el espejo. Una composición «barroca» en la que el espacio escenográfico surge a partir del cuerpo y la luz que se proyecta sobre él, así como de la tensión manifiesta en la acción que representa. Esta pieza supone la primera incursión del artista en internet, algo que tomará fuerza progresivamente en su trabajo: una de las figuras tira desde un servidor de Internet ubicado en Barcelona, contra su alter ego situado en otro servidor en Nueva Zelanda. La ambientación sonora, una caja de música, se corresponde con de la nana de Brahms.
A partir de la década de los 90, el trabajo de Abad, vinculado hasta ese momento a la escultura, da un giro hacía el medio audiovisual que le llevará hasta el empleo de las tecnologías de la información y de Internet en su obra. Como explica el propio artista: «Con el vídeo, la idea de movilidad que siempre había tenido mi trabajo, evolucionó hacia el loop, ese bucle infinito que no llega nunca a agotarse, en oposición a la rutina de principio y final inherente a las secuencias fotográficas. (.). Esa idea de movilidad que tanto me había obsesionado, encontró por fin su medio natural en ese lugar de constante trasiego que es la red». Después de "Sísifo", Antoni Abad abandonará casi por completo la representación del cuerpo humano en sus trabajos, llevando su práctica artística al medio digital.
El título de la pieza hace referencia al mito clásico griego en el que el Sísifo es castigado por toda la eternidad a empujar una gran piedra cuesta arriba por una ladera empinada, pero antes de que alcanzar la cima de la colina la piedra cae siempre hacia abajo, y Sísifo tiene que empezar de nuevo desde el principio.
Una versión contemporánea del castigo, lo encontramos en el relato Sísifo de Albert Camus, publicado en 1942. El escritor francés, a partir de la filosofía existencialista, recurre al mito clásico para profundizar en el concepto de absurdidad y lo utiliza como metáfora del esfuerzo inútil e incesante del hombre.
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