Descripción |
La reina María Luisa de Parma acompañó en 1808 a su esposo Carlos IV al destierro, primero en Francia y más tarde en Roma, donde fallecería a principios de 1819. En la Ciudad Eterna se le rindieron exequias con gran solemnidad, pues era la primera vez que moría un monarca español en Roma. Las honras fúnebres fueron pagadas por su hijo Fernando VII, que quería restituir el honor de su dinastía tras la invasión napoleónica. El cuerpo se trasladó desde el palacio Barberini, lugar de residencia de los reyes, a la basílica de Santa María la Mayor, donde se celebraron los funerales y se erigió un catafalco para ser contemplado por el público. El cadáver se trasladó después a la basílica de San Pedro en un pomposo cortejo fúnebre que fue haciendo diferentes paradas por la ciudad. La estampa, perteneciente a "Descrizione degli onori funebri renduti in Roma dalla Real corte di Spagna a Sua Maestà cattolica Maria Luisa di Borbone regina delle Spagne, e delle Indie" (Roma, 1819), muestra el cortejo serpenteante desde su inicio en Santa María la Mayor, pasando por el Castillo de Sant´Angelo y finalizando en el Vaticano. Se detallan las cofradías romanas, órdenes religiosas y altos cargos que asistieron a la ceremonia.
Carlos IV falleció en Nápoles a los pocos días de la muerte de su esposa, ordenando Fernando VII el traslado de los cuerpos a España para que reposaran en el Panteón Real del Monasterio de El Escorial.
(Catalogación: Carmen Linés Viñuales. 2018)
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