Descripción |
Figura de Urania, musa de la Astronomía, de pie, apoyando el brazo izquierdo sobre una esfera sostenida por un pilar. Viste una larga túnica que cae formando numerosos pliegues y un manto sujeto sobre su hombro izquierdo. En la mano derecha porta un compás con el que mide la esfera.
Esta figura y las otras tres de Hebert que conserva el Museo del Romanticismo, que representan a Clio, Polimnia y Ceres Antinea (inv. CE0902, CE1452 y CE1453, respectivamente) ilustran la persistencia de lo mitológico en las artes del siglo XIX. En este sentido, podría decirse que para todo escultor neoclásico la mitología fue un tema obligatorio y, de hecho, tuvo un extraordinario auge en la segunda mitad del siglo XVIII, manteniéndose durante el siglo XIX en detrimento de la temática religiosa. El motivo debe buscarse en el ideal de belleza presente en los mitos, así como en los valores que encierran, tales como los de carácter educativo y ético, tan considerados en la época.
La indumentaria que luce esta figura reproduce la de la Grecia clásica, estilo igualmente visible en la belleza ideal del rostro.
Las Musas griegas -nueve a partir de la época clásica- son el fruto de nueve noches de amor entre Zeus y Mnémosyné (personificación de la Memoria). Además de agradar a los dioses con sus cánticos, Calíope, Clío, Erato, Euterpe, Melpómene, Polimnia, Talía, Terpsícore y Urania presiden el Pensamiento en todas sus formas y afirman la primacía de la Música en el Universo. En época más tardía, cada una recibirá una función determinada. Así, Urania se convierte en la musa de la Astronomía, siendo sus atributos el globo celeste, en ocasiones una vara para señalar las posiciones respectivas de los astros, y un compás para medir sus distancias.
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