Descripción |
Una sala lateral cercana a la boca de la Cueva acoge la conocida Capilla Sixtina del Arte Cuaternario. Alberga el techo decorado por el cual Altamira fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1985. Desde el Auriñaciense hasta el Magdaleniense medio fue elegido por los diferentes grupos que habitaron la Cueva, como soporte de su expresión plástica. En su superficie se distinguen unas 300 figuras realizadas a lo largo de más de 20.000 años.
El soporte, el techo, es el que sugiere al artista su idea, es su inspiración y en el transcurso de su plasmación combina varios procesos que se suceden en una constante. Grabado, dibujo y pintura, a veces solos, a veces combinados unos con otros, pero siempre respondiendo a un plan predeterminado, planificado, porque en Altamira se concibe la representación como un todo. Por eso aparece y se concibe la superposición de las figuras en un lienzo en el que se juega con los espacios, los relieves y las fisuras de la roca y con su color, ese ocre dorado que fusionado con los colorantes usados llevó a pensar en la policromía de las figuras. Representaciones abstractas y figurativas comparten este espacio reflejando un mundo simbólico de cazadores-recolectores que conocen a la perfección el mundo natural que les rodea. De la Naturaleza eligen las especies que quieren representar siendo cada una de ellas única. De esta forma, ciervos, caballos y bisontes, de todos los tamaños y en todas las posturas, grabados, dibujados y pintados se mezclan a lo largo de toda la superficie, de perfil y en un plano, como si estuvieran suspendidos en el aire. Y entre ellos la abstracción, los denominados signos, figuras geométricas cuya antigüedad bien pudo ser la primera forma de expresión y cuyo significado no podemos descifrar al detalle, pero si en lo esencial.
El Techo aparece dividido por una gran grieta natural que fragmenta el panel en dos sectores. Por algún motivo las personas que lo pintaron y grabaron la respetaron y las figuras y signos se colocaron a ambos lados de la misma, pero no encima. Según se accede a la sala y se mira hacia la derecha nos encontramos una zona bastante lisa, con pequeñas protuberancias y grietas poco profundas en dónde se aprecian precipitados calcáreos de calcita blanca y zonas descamadas por procesos naturales. Las figuras que aparecen representadas están realizadas en su mayoría en rojo y se corresponden con animales y signos de gran tamaño. Aquí se concentran las representaciones más antiguas de la cavidad realizadas durante el Auriñaciense y el Gravetiense, aunque por encima de ellas se han superpuesto figuras de épocas posteriores, como un grupo de bisontes magdalenienses, muy perdidos por sufrir directamente la entrada de aire desde la boca de la Cueva. Sus protagonistas son los grandes caballos rojos que aparecen asociados a otros animales y a las únicas representaciones de manos que hay en Altamira. Signos pintados y decenas de haces de líneas grabadas completan el conjunto.
El sector izquierdo del Techo es el más célebre ya que concentra la gran manada de bisontes mundialmente conocida. Morfológicamente es una zona más accidentada, con numerosas protuberancias naturales que supieron transformar en soberbios animales. Más de veintitrés grandes bisontes, grabados y/o pintados se distribuyen agrupados a lo largo de toda la superficie. Erróneamente se les ha denominado policromos pero realmente son bicromos ya que han sido realizados a partir de dos únicos colorantes, el negro de carbón y el óxido de hierro, pero consiguiéndose diferentes tonalidades, de ahí su definición como policromos. En su realización se incorporan los abultamientos naturales del techo y sus fisuras para la creación de las figuras y se juega con el color de la roca para unirlo a los colorantes naturales empleados. Así el relieve, la superposición de las figuras y los colorantes se conjugan conformando la unidad en que fueron concebidas.
Pero los bisontes no son los únicos animales representados, destaca una gran cierva realizada a tamaño natural y un caballo rojo en uno de los extremos. La figura humana o semihumana también tiene presencia grabada y confundida entre figuras policromas. Grandes signos en rojo, de diferentes formas y tamaños, se sitúan a lo largo de todo el Techo. Aparecen agrupados o solos, o asociados a figuras de animales.
A lo largo de unos 25000 años los hombres se adentraron en esta cueva y la humanizaron. Altamira no es solo la expresión del primer arte de la humanidad, es la manifestación tangible de la trasformación de un espacio natural por el hombre.
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Bibliografía |
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