Descripción |
Dolabra de hierro, fracturada en dos frgamentos por su parte central.
El yacimiento arqueológico de Monte Cildá se encuentra en el término municipal de Aguilar de Campoo (Palencia), cerca de los pueblos de Olleros de Pisuerga y Mave, en el extremo meridional del territorio Cántabro. Se trata de un castro prerromano que debió de ser ocupado en la segunda mitad del siglo I a. C. y que, tras ser abandonado a mediados del siglo siguiente, fue reocupado en época tardorromana. Se trata de un enclave de gran importancia estratégica, al controlar el territorio por donde discurría la calzada que comunicaba la Meseta y la cuenca del Ebro con la costa cantábrica. El yacimiento es conocido desde finales del siglo XIX, gracias a los trabajos de E. Moro, bajo el mecenazgo del Marqués de Comillas, quien localizó diversos restos arqueológicos y de estructuras arquitectónicas, destacando la muralla del asentamiento y un conjunto de inscripciones epigráficas. Las excavaciones arqueológicas fueron retomadas en los años 60 del siglo XX por M.A. García Guinea quien, entre otras cosas, sacó a la luz la muralla en toda su extensión. Se trata de uno de los principales yacimientos para conocer el final de la época Cántabra y los primeros años de la dominación romana.
Entre los años 29 y 19 a.C. tiene lugar el proceso de conquista de los territorios cántabro y astur por parte de Roma, en lo que se ha denominado como Guerras Cántabras. El interés de los romanos en esta conquista se debía a diversos factores: la pacificación completa de la Península Ibérica, los recursos mineros de la región, o el interés de Octavio Augusto de lograr un importante triunfo militar. La principal campaña militar tuvo lugar entre los años 26 y 25 a.C., dirigida por el propio emperador Augusto primero y, tras la marcha de éste aquejado de una enfermedad, por el general Agripa. Tras la campaña del 26-25 a.C. Roma pasa a controlar el territorio, aunque el sometimiento definitivo de estas poblaciones no se producirá hasta el año 19 a.C., debido a diversos levantamientos y enfrentamientos menores. Las Guerras Cántabras han dejado importantes testimonios, tanto literarios (Floro, Orosio, Dión Cassio) como arqueológicos, bien por los episodios de destrucción documentados en diversos castros indígenas (Las Rabas, la Espina del Gallego, La Loma, Monte Bernorio, etc.), por la existencia de campamentos legionarios de conquista (Santa Marina, Cildá, La Poza, El Cincho, etc.), y por la presencia de material bélico e impedimenta militar.
Se le atribuye al general romano Gnaeus Domitius Corbulo la afirmación de que "las batallas se ganan con la piqueta". La dolabra, compuesta por un filo con forma de hacha y el otro extremo acabado en pico, fue una herramienta fundamental para el legionario romano, empleada tanto para la realización de estructuras defensivas como ofensivas.
|