| Descripción |
Retrato de Clodio Albino. Todo el rostro se inclina ligeramente hacia la derecha con cierto aire melancólico. Se prolonga hacia el cuello con un extremo cónico redondeado para ajustar a una estatua. Se le representa con los ojos ladeados hacia arriba y a la derecha, la pupila trepanada y el ceño ligeramente fruncido. Le falta la nariz, que ha sufrido una intervención restauradora. Dos surcos nacen de las aletas de la nariz hacia abajo marcando los pómulos. Muestra el pelo rizado, realizado a base de trépano. Ostenta la corona cívica, de hojas de laurel. Tiene barba abundante, también rizada a base de trépano y sólo se aprecia el labio inferior de la boca, carnoso, delgado y pequeño.
Clodio Albino (193-197) nació en Hadrumetum, en el norte de África, en una familia perteneciente a la nobleza romana. Dice la Historia Augusta que "cuando nació, a diferencia de la mayoría de los niños, que se muestran enrojecidos en su nacimiento, era muy blanco de piel, por lo que se le puso el nombre de Albino" ( Clodio Albino, 4, 4-5). Su ascendente sobre el ejército, su cargo de gobernador de Britania y el favor que le otorgaba el Senado le proporcionaron una posición aventajada tras la muerte de Cómodo en el año 192. Cuando al año siguiente se concretó su conjunción de intereses con Septimio Severo frente al resto de los pretendientes al poder, Albino quedó asociado al Imperio. Sin embargo, esta asociación perdió su sentido cuando éste dejó de ser útil para los intereses de Severo, que nombró heredero en su lugar a su hijo Caracalla, generando un enfrentamiento que resultó finalmente en la derrota y muerte de Albino en el año 197. Cuenta Dión Casio que, tras su derrota, "Albino se refugió en una casa cerca del Ródano, pero cuando se encontró rodeado se suicidó. El emperador (Severo), tras contemplar el cuerpo de Albino ordenó que se le degollase y que su cabeza fuese expuesta en Roma en una estaca" (Historia Romana, Ep. 76, 7, 3-4).
Alto de estatura y de frente ancha, su constitución debió contrastar con la de Severo, mucho más menudo. Ésta se refleja en un rostro de rasgos poderosos que, no sabemos si por su gesto o por convención estilística, parecen tocados por una cierta melancolía. La gran anchura del rostro no se reduce apenas en su mitad inferior, que queda cerrada por una barba muy similar a la que luce el primer Severo, aunque más densa y con un bigote más poblado. Distinguen a Albino unas mejillas despejadas, exceptuando una línea de vello de aspecto ralo. Estos rasgos componen una expresión preocupada, dotada de un cierto aire de cansancio.
Las connotaciones militares que acompañan a la corona de laurel que ostenta el retratado, que ya desde época republicana identifica al vir triumphalis, alcanzan tras la muerte de Cómodo un nuevo significado. Durante la etapa que abarca los años 193 y 195, observamos que las acuñaciones paralelas de los corregentes emitidas en Roma en el año 193 buscan reflejar la superioridad en auctoritas de Severo frente a Albino, presentando al primero coronado de laurel. Aunque Albino, como César, estaba autorizado a ostentarla, que aparezca así representado en un momento en el que la dinastía severa no estaba aún consolidada, supone una muestra de adhesión a su persona. Hasta su derrota, Albino gozó de una amplia red de apoyos, entre los que encontramos a la mayoría de la clase senatorial, la Galia y diversos enclaves en el norte de África, de donde procedía. Habrían sido estos sectores los interesados en exaltar su imagen pública entre su ascensión en el 193 y su enfrentamiento con Severo en el año 195, al que acompañó una condena como enemigo público por parte del Senado.
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