Descripción |
La escultura responde al canon etrusco, sobre todo al de las figuras femeninas de los monumentos funerarios: vestida con larga túnica, está tumbada sobre su costado izquierdo que apoya en el codo, presentando quizá una fruta en la mano derecha; no conserva las facciones, pero parece llevar un gorro alto -un tutulus- y dos largas trenzas. Dado que conserva un vástago en la parte inferior y otro orificio de remache, además de su pequeña escala, se trata de un aplique decorativo.
Pero es un aplique que tal vez llegó a El Raso ya separado del objeto que pudo adornar -¿un gran caldero de bronce?- porque los apuntes del coleccionista sólo anotan que se encontró en La Cerca, sin más rastros de otras piezas o fragmentos. De ser así, sería algo considerado atractivo en sí mismo por algún habitante del castro que lo compró o lo escamoteó en sus incursiones al rico y orientalizado Sur peninsular, y sus descendientes así lo conservaron.
La pequeña figura de una mujer recostada, en bronce, es una de las primeras piezas que dieron a conocer el yacimiento de El Raso. Formaba parte de la colección del joven Fulgencio Serrano, entusiasta estudioso de la zona por los años 1933 a 1936, quien recolectó numerosos hallazgos casuales, propios y de los vecinos, que situaron el castro y sus necrópolis entre los más importantes testigos de la cultura vettona; cultura cuyas claves científicas estaban precisamente definiendo en esos años las excavaciones de Cabré en Las Cogotas.
Tras la prematura muerte de Fulgencio, la familia Serrano Chozas donó su colección y sus minuciosos cuadernos de campo al Museo, donde ingresaron en 1953.
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Bibliografía |
MARINÉ ISIDRO, María(dir); JIMÉNEZ GADEA, Javier; VACAS CALVO, José Antonio. Cien piezas del Museo de Ávila. Ávila: Junta de Castilla y León, 2011. Página 24, ficha 12. MOLINERO PÉREZ, Antonio. Un bronce etrusco en El Raso: Candeleda. 1958. Archivo Español de Arqueología, 97-98, p. 175-177.
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