| Descripción |
Este pequeño vaso de bebida está decorado con una lechuza o "glaux", de ahí el nombre de glauca con el que se conoce. Tiene la forma de un escifo pero con una de sus asas horizontales girada, vertical, que quizá evoque el pico, y el otro asa la cola del ave.
El vaso está totalmente barnizado al interior y exterior excerpto el pie con la zona de reposo y fondo reservados cubiertos aún de rojizo "miltos".
En nuestra glauca se repite en las dos caras la misma imagen, una lechuza que fija en el espectador sus ojos desorbitadamente abiertos, vigilantes, fascinantes. Son sus grandes pupilas una de las hechuras más características de estas lechuzas, lo que se repite en algunas monedas. Nuestro pájaro aparece entre dos ramas de olivo. En el arte clásico la representación espacial se reduce a sugerencia. El árbol donde se apoyaría el pájaro queda indicado sólo por dos pequeñas ramas verticales, una a cada lado del ave. Lechuza y olivo, animal y planta favorita de Atenea, la diosa tutelar de Atenas. Las monedas de plata atenienses reproducen el mismo diseño. Es la presencia invisible de la diosa. Lechuza y olivo se convierten en el emblema de la ciudad, en la imagen de Atenas.
La gran mayoría de estas glaucas o escifos de lechuza pertenecen al segundo y tercer cuarto del siglo V a.C., aunque el nuestro es algo más tardío. Esto coincide con el momento más brillante de la Atenas de Pericles, con la construcción de las obras que más cambian la fisonomía de la ciudad: Partenón y Propíleos en la Acrópolis, con el mejor momento económico, con la máxima expansión comercial de la polis. Emblema del imperialismo de Atenas, imagen de la ciudad, la lechuza que nos mira entre ramas de olivo se difunde en cerámica y en monedas de plata como propaganda nacionalista ateniense por todo el Mediterráneo.
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