Museo Museo de San Isidro. Los orígenes de Madrid
Inventario FD2005/1/2727
Clasificación Genérica 1.4. Relaciones personales, actos y acontecimientos sociales
Objeto/Documento Fotografía
Título Hugo Obermaier y Paul Wernert en la entrada de la Cueva del Castillo
Conjunto Fondo Documental Pérez de Barradas
Materia/Soporte Papel fotográfico
Técnica Técnica fotográfica
Dimensiones Altura = 130 mm; Anchura = 181 mm
Descripción Positivo en blanco y negro sobre papel fotográfico.
Contenido Hugo Obermaier (en el centro de la imagen) y Paul Wernert (a su derecha) sentados en sendos cuévanos a la entrada de la Cueva del Castillo rodeados por los obreros de la excavación arqueolóogica.
Inscripciones/Leyendas Anverso. Ángulo inferior izquierdo
Obermaier, Hugo (A) (1914)
Castillo / 1914
Datación 1914
Contexto Cultural/Estilo Edad Contemporánea
Lugar de Producción/Ceca Puente Viesgo (Costa de Cantabria (comarca), Cantabria <(provincia)>)
Descriptores Onomásticos Wernert, Paul (D)
Obermaier, Hugo (D)
Descriptores Geográficos Puente Viesgo
Clasificación Razonada Esta fotografía muestra al profesor Hugo Obermaier (en el centro de la imagen) y a su discípulo Paul Wernert (a su derecha) sentados en sendos cuévanos a la entrada de la Cueva del Castillo y rodeados por los obreros de la excavación arqueológica. La fotografía debió de ser entregada a Pérez de Barradas por el mismo Obermaier que es quien realiza la anotación manuscrita de la esquina inferior izquierda en la que se lee el nombre del yacimiento, Castillo, y la fecha de la toma, 1914.
La Cueva del Castillo fue descubierta por Hermilio Alcalde del Río en 1903, quien realizó las primeras excavaciones arqueológicas en ella. Entre 1911 y 1914 al arqueólogo santanderino se le unieron en la dirección de los trabajos Henri Breuil y Hugo Obermaier, profesores del Instituto de Paleontología Humana de París, institución que patrocinaba las investigaciones. Dichos trabajos sacaron a la luz una potentísima estratigrafía de casi 20 metros de potencia que abarcaba cerca de 300.000 años en la que se documentaron la mayor parte de las fases tecnológicas del Paleolítico, lo que convirtió a El Castillo en un yacimiento clave para el establecimiento de la cronoestratigrafía de este periodo (Cabrera Valdés 1989: 55-58).
En el momento de su descubrimiento el vestíbulo de entrada a la cueva estaba casi totalmente colmatado por sedimentos, de tal manera que para acceder a su interior había que arrastrarse a través de un estrecho hueco. En la fotografía, sin embargo, se observa como los niveles de tierra se hayan ya casi completamente rebajados, tal y como correspondería a la última campaña de excavaciones, lo que coincide a la perfección con la fecha anotada en el ángulo inferior izquierdo. En el archivo de la Sociedad Hugo Obermaier de Erlangen existe otra fotografía tomada entre marzo y junio de 1914 desde el mismo lugar en la que se ve a los mismos protagonistas acompañados esta vez del arqueólogo Ferdinand Birkner y en la que el yacimiento muestra idéntica apariencia a la que aquí se observa .
Desafortunadamente a pesar de la importancia del yacimiento la monografía sobre estos trabajos en la cueva del Castillo nunca fue publicada. Según relata Paul Wernert a Pérez de Barradas poco antes de su muerte la concatenación de un cúmulo de desgraciadas circunstancias lo impidieron. El estallido de la Primera Guerra Mundial apartó a Obermaier del Instituto de Paleontología Humana de París quedando en la ciudad francesa casi toda la documentación y clichés fotográficos relativos a aquellas campañas de excavación. Aunque parece que el profesor alemán trabajó desde su puesto de la Cátedra de Historia Primitiva del Hombre en la Universidad madrileña para reconstruir la información, el inicio de la Guerra Civil española y posteriormente de la Segunda Guerra Mundial apartaron definitivamente a Obermaier de las investigaciones en El Castillo. Tras su fallecimiento en 1946, sólo Breuil, el otro director de la excavación, podía haber acometido con éxito los trabajos. Aunque Wernert alude a los enfrentamientos entre los seguidores de las teorías de Breuil y los de las de Vaufrey como un nuevo obstáculo para la publicación de la monografía de El Castillo, la principal razón para este abandono parece deberse en realidad al desinterés del propio Breuil. De hecho antes de su muerte en 1961 el abate le había "endilgado el mochuelo" a Wernert, quien lo asumió a regañadientes dada su situación de dependencia científica y laboral. Todo parece apuntar a que tanto el Instituto de Paleontología Humana como el prehistoriador francés usaron a Wernert como parapeto frente a la insistencia de los arqueólogos españoles por sacar a la luz la información referente a aquellas campañas. Había transcurrido demasiado tiempo y su responsabilidad en aquellos trabajos no había sido la suficiente como para poder desenmarañar aquella documentación olvidada durante tantos años. Así, el investigador belga acabó haciendo lo que seguramente esperaban de él: "descansar el bulto tal como me lo endilgaron" .
Bibliografía CARRERA HONTANA, E.; MARTÍN FLORES, A.. José Pérez de Barradas : una biografía intelectual. Bifaces y elefantes : la investigación del Paleolítico inferior en Madrid. Madrid (m): Museo Arqueológico Regional, 2002, fig. 2.

MARTÍN FLORES, A.. Pérez de Barradas y los orígenes de la institucionalización de la arqueología madrileña. Estudios de Prehistoria y Arqueología Madrileñas. Madrid (m): Museo de San Isidro, 2001, fig. 2.

VV.AA.. Museos de Madrid, Orígenes : adquisiciones 2003-2006 [catálogo]. Madrid (m): Ayuntamiento de Madrid, 2007. p. 126-7; n.º cat. 137.
Fecha de Ingreso 12/12/2005
Catalogación González Alonso, Alberto
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