| Descripción |
Vista de una plaza de toros con el graderío repleto de gente vestida a la manera tradicional. La arena, que ocupa la mayor parte del lienzo, está dividida en dos por unas talanqueras. En cada una de las mitades se desarrollan suertes taurinas.
En esta obra Lucas se muestra firme seguidor de la herencia goyesca. El propio Goya había pintado en numerosas ocasiones esta modalidad taurina, en la que la corrida tenía lugar con la plaza partida en dos partes, práctica que se prolongaría durante el periodo romántico. Lucas tiene una abundante producción de temas taurinos, entre los que destacan sin duda estas imágenes de la peculiar modalidad en la plaza partida. De hecho, el cuadro que nos ocupa es una versión, ampliada, del cuadro que se conserva en el Museo Nacional de La Habana, firmado y fechado en 1853, de medidas 81,2 x 112 cm. Esta obra es catalogada por José Manuel Arnáiz, quien la considera indudablemente una segunda versión del anterior, para el que realizaría también un boceto de técnica marcadamente más deshecha. De este modo, esta segunda versión podría datarse entre los años 1853 y 1855. El citado autor indica que pudiera tratarse de del cuadro de tema taurino presentado por Eugenio Lucas en La Exposición Universal de París de 1855, junto a "Revolución de 1854", obteniendo con ambos gran éxito de crítica.
Se trata por tanto de una obra fundamental en la trayectoria del pintor Eugenio Lucas. Tanto la representatividad de los temas taurinos en el conjunto de su pintura, como la importancia dentro de su vida artística, al proporcionarle una presencia internacional, hacen de "La Plaza Partida" una obra clave de su producción. Igualmente es importante en el contexto del costumbrismo, puesto que refleja la fidelidad a las escenas goyescas, aunque ciertos elementos son representativos de la nueva mentalidad romántica. Así, cabría destacar la manera pormenorizada en que Lucas recrea los tipos populares, en la indumentaria tradicional, los gestos y actitudes de los personajes, principalmente en los representados en primer plano de la composición. La masa del pueblo que recorre las gradas del coso taurino permite a Lucas enaltecer su carácter grotesco, especialmente en algunos rostros desfigurados que podemos contemplar en el lateral izquierdo del cuadro. Igualmente la escena sobre la arena, con los toros ensangrentados y la lucha entre toreros y el animal, ahonda en ese sentido bronco y desgarrado más propio ya de la sensibilidad romántica. Por otro lado, la pincelada es más precisa y el cromatismo más brillante de lo que suele ser característico en la pintura de Lucas, presumiblemente por la influencia del francés Pharamond Blanchard, que ejercería un papel fundamental en estos temas al convertirse en el principal cronista de los asuntos taurinos en el ámbito madrileño desde los inicios del Romanticismo.
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