| Autor/a |
Atribución dudosa a; Trevisani, Francesco (Lugar de nacimiento: Cabo de Istria, 1656 - Lugar de defunción: Roma, 1746) [Exp. El Westmorland: Recuerdos del Gran Tour]
Copia de; Maratti, Carlo (Lugar de nacimiento: Camerano, 1625 - Lugar de defunción: Roma, 1713) [Pérez Sánchez, 1964, p. 51: Copia de Carlo Maratta.]
Anterior atribución; Martínez, Antonio [Pérez Sánchez]
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| Descripción |
Francesco Trevisani fue un pintor que, formado en la escuela de pintura veneciana de la mano de Antonio Zanchi y Giuseppe Heinz, llegó a Roma en 1768, donde entraría en contacto con la tradición boloñesa desarrollada por la escuela romana y el clasicismo de Carlo Maratti. Sin conocer la trayectoria de este pintor, no sería errado atribuir esta Madonna a Carlo Maratti, sin embargo, la figura de Trevisani encarna perfectamente la esencia de esta composición, apreciándose un cierto eclecticismo en el que por encima de cualquier otra referencia destaca la admiración por Rafael, que queda latente especialmente en la figura del niño, lo cual revele el acercamiento al universo estético de Maratti. En esta escena, ajena a cualquier referencia exterior, la ternura y el sentimiento maternal queda acentuada por el gesto protector de la virgen que convierte a la composición en piramidal. Desde un punto de vista puramente formal, el rostro de la virgen denuncia claramente el acercamiento a la estética de Trevisani, y, tan sólo una revisión de los rostros de sus figuras femeninas, nos advierte sobre la posibilidad de que nos encontremos ante una obra de este pintor. La Madonna con el Niño dormido de la colección Burghley House de Inglaterra es muy similar al rostro de la virgen de este lienzo, como también lo es la Virgen de la Sagrada Familia de Bayerische Staatsgëmaldesammlungen de Munich y la Virgen con el Niño Dormido del Museo del Prado.
Todo esto, unido a una paleta de color que denuncia la precedencia veneciana del artista, nos hace suponer que esta obra no sea una copia de Maratti, sino más bien un original de Trevisani. Ambos miembros de la Accadmia degli Arcadi , encarnaron los valores del clasicismo a través de un vocabulario en el que las referencias al alto Renacimiento equilibran el lenguaje febril del último barroco.
(texto de Ana María Suárez Huerta, del catálogo de la exposición "El Westmorland, recuerdos del Grand Tour", 2002-2003)
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