Museo Museo Nacional de Artes Decorativas
Inventario CE27287
Clasificación Genérica Elementos asociados a la arquitectura; Revestimiento Mural
Objeto/Documento Empanelado
Materia/Soporte Pigmento
Madera
Técnica Dorado
Pintado
Ensamblaje
Corte (madera)
Dimensiones Altura = 112 cm; Anchura = 140 cm; Profundidad = 4 cm
Descripción De forma rectangular. Decorado con roleos y motivos vegetales; en el centro, jarrón inscrito en un ovalo. A los lados, caduceos rodeados de roleos. El panel inferior decorado con esfinges y motivos vegetales.
Iconografia Roleo; Esfinge; Motivos vegetales
Datación 1780[ca]-1810[ca]
Contexto Cultural/Estilo Edad Contemporánea
Lugar de Producción/Ceca España (Europa)
Clasificación Razonada Panel de "boisserie" español. Estilo Carlos IV. Este panel de madera tallada, policromada y dorada es un buen ejemplo de las boisseries decorativas que, desde mediados del siglo XVIII, se emplean en España (mucho más tarde que en Francia y en otros países de Europa).
Muestra el tono general del gusto de principios del siglo XIX en Madrid que, aunque a veces se muestra declaradamente partidario del arqueologicismo imperante, todavía conserva elementos secundarios ligados a los años ochenta y noventa del siglo XVIII.
En este caso son los enmarcamientos de talla dorada los que delatan el deseo de no renunciar a las inclinaciones por el brillo del primer neoclasicismo, que lo hereda del período rococó. El resto de los temas ornamentales están plenamente puestos al día, y siguen los dictados franceses que, arrancando de los dibujos firmados por Clérisseau a fines de los años sesenta, que tanto éxito tuvieron en Italia, alcanzan su desarrollo final con Percier y Fontaine. Fue Thomire, entre otros artífices y proyectistas del Real Taller de Ebanistería, el que mejor supo recibir e interpretar en España esta peculiar interpretación de los principios del Neoclasicismo.
El gran vaso clásico central es un tema recurrente en la época, en tanto que "artefacto" romano por excelencia.
Los finos roleos de acantos de los laterales, que tuvieron gran difusión en Italia y en España en la década de los noventa, gracias a la influencia de los discípulos de Maggiolini, aquí se ponen al día gracias al caduceo de remate vegetal rabiosamente arqueológico.
Las esfinges de la base, aunque son un tema recurrente durante el Directorio -las emplean a menudo Percier y Fontaine, por ejemplo en la mesa de piedras duras que adquirió en París Carlos IV para Palacio Real- tienen en esta ocasión más semejanza con los desparecidos frisos de la sala de comer del Palacio de la Moncloa, diseñados por Dugourc que con otros referentes. El trazado robusto de los dibujos, sin embargo, se aleja de las decoraciones proyectadas por este ornamentista para la Corona española, ya que el desconocido autor de este panel se ha inspirado, probablemente, en realizaciones de segunda mano.
Se trata, pues, de una pieza de factura española, si no de la mejor calidad, si de la más aceptada en las ornamentaciones de los palacios del entorno de la Corte, siendo un buen exponente de la encrucijada en la que convergen distintas tendencias del gusto.
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