Clasificación Razonada |
Estas cerámicas son un buen exponente de los hallazgos arqueológicos que los cultivos
producen en La Moraña abulense, testimoniando los milenarios aprovechamientos
agropecuarios de la llanura. El arado voltea y hace aflorar fragmentos de cerámica romana en muchas tierras de esta comarca, que documentan su ocupación en probables villas, y también su explotación latifundística. Por ejemplo, estas piezas de Papatrigo, donadas por su propietario, D. Luis Garcinuño, en 1984.
La más característica es la llamada Terra Sigillata -barro sellado, literalmente-, una producción universal de vajilla de cerámica roja, barnizada con engobe de la misma pasta, que está presente en todo el Imperio -entendido como larga etapa cronológica
y como amplio marco geográfico-. Sus productos, servicios de mesa semilujosos que se
van generalizando desde Augusto y utilizando hasta en el más recóndito punto romanizado, sontraídos por la tupida red de vías comerciales o salen de talleres locales que imitan a los grandes centros productores. Muchos vasos presentan en el fondo el sello del fabricante, EX OFFICINA ..., una estampilla a modo de etiqueta que ha dado
nombre al tipo, aunque sean mucho más numerosos los ejemplares sin marca de fábrica.
Los fragmentos de El Senderillo son de manufactura hispánica, la TSH fabricada en alfares peninsulares que van elaborando su versión de las modas de la capital, y que evolucionan en los tipos tardíos, TSHT, con arcillas anaranjadas.
También se han encontrado en el lugar fragmentos de cerámica pintada de tradición indígena, un rasgo habitual en los yacimientos coetáneos de la Península, sobre todo de la Meseta, por ser un tipo peculiar de vajilla heredera de los usos decorativos del panceltiberismo. Se caracteriza por su acabado exterior, con pintura geométrica o de motivos esquemáticos, dispuesta en metopas y bandas dentro de la gama de siena a negro sobre las paredes más claras de los vasos.
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