Descripción |
En Rumanía existen dos clases de cimpoi según sus tubos digitables: con un único tubo melódico (familia macedónica meridional) y con un juego de tubo melódico y semimelódico perforados en un solo bloque de madera (Cárpatos-Danubio medio); ambos poseen un tubo no digitable autónomo. Este ejemplar, procedente de la región histórica de Valaquia, pertenece al primer grupo. Su tubo melódico presenta siete orificios digitables, de los cuales el frontal más alto, de menor diámetro, se usa para introducir la ornamentación musical, característica que lo emparenta con la gaida de Bulgaria, Macedonia y Grecia continental, al igual que la curvatura del extremo inferior del tubo. El tubo no digitable, con registro de bajo, se compone de dos piezas. Todos los componentes de madera están hechos de ciruelo y rematados con incrustaciones de plomo que cumplen una doble función estética y protectiva.
El ámbito de este instrumento es eminentemente rural. Cualquiera que haya sido su grado de implantación en el pasado, en el siglo XIX inició un declive a causa de la difusión de la música gitana, de manera que, cuando comenzaron las investigaciones etnográficas, se documentaron escasas evidencias de su uso en Rumanía; además, buena parte de las melodías antiguamente tocadas con el cimpoi se confiaban ya al violín. Quizá debido a este receso, su técnica constructiva se mantuvo aparentemente inalterada, así como también las escalas y afinaciones de los tubos melódicos.
En el distrito de Prahova, el cimpoi es hoy un instrumento prácticamente extinto, quedando un solo intérprete vivo, aunque, en los años cincuenta del siglo XX y en un contexto de exaltación de la música popular, se formó un conjunto de unos cincuenta cimpoieri. Los dos últimos artesanos e intérpretes de renombre fueron Nicolae Arion y Gheorghe En?chescu, conservándose de este último un testimonio sonoro (danza C? la Breaza) grabado por el Instituto de Etnografía y Folklore de Bucarest entre 1935 y 1957 y posteriormente publicado por los etnomusicólogos Tiberiu Alexandru y Alan Lomax.
Esta pieza formó parte de la colección inicial del museo, aunque el catálogo de 1970 no aporta información acerca de su procedencia y autoría, que se han averiguado en posteriores investigaciones.
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